Pasa al interior y ponte cómodo

19.5.07

Salamanca, la negra


Hace días Canal 4 ponía en evidencia los dobles sentidos de los lemas de campaña del Partido Popular. Pero no sólo han descuidado, desde hace mucho tiempo, sus palabras sino también su imagen. Si paseáis por la Avenida de Villamayor, entre otras muchas de Salamanca, veréis que los reclamos electorales del PP, con Juan Vicente Herrera y Lanzarote sonrientes, están colocados en muchas farolas junto a señales de tráfico que prohíben girar a la derecha.

(Dedicado a Josetxu Morán, Fernando Saldaña, Victorino García Calderón, y a todos los que son o han sido víctimas de alguna forma de censura o lista negra)

En todas las ciudades hay un patio que ver, alguna casa, un niño enfermo, un gran hotel y dos o tres museos. En todas las ciudades hay una calle más, algún depósito, un medallón de Franco, cementerios caros, zonas azules, azafatas que miran con un silencio aéreo.
En todas las ciudades hay turistas, abogados, dictadores, legionarios de Cristo, transeúntes, chatarreros y mujeres sin prisa con los labios rojos.
En todas las ciudades hay borrachos y palomas y balcones con geranios y señoras de luto y culturistas y academias llenas y extranjeros.
Cada ciudad esconde tras de sí otra ciudad muy diferente. Y esa ciudad, de la que viven los cronistas de sucesos, tiene otra historia y otra vida y otros hombres que pagan sus impuestos o sus culpas.
Aquí también hay dos ciudades. La Salamanca culta y limpia de los folletos de turismo. La muy noble, leal, apacible y hospitalaria. La Salamanca blanca. La renaciente maravilla de Unamuno. La que alentaba el corazón de los tenderos y los estudiantes con las muchas industrias de sus gentes y su historia, hija de la imaginación, la magia y la literatura. La del alto soto de Torres. La que vivía del arte y para el arte. La que nació de un sueño.
Y la oculta e impía. La negra. Esa otra ciudad sumergida que se obstina en vivir y morir cada minuto. La que, después de muchas páginas –algunas casi vírgenes en las bibliotecas- decidió olvidar su historia y vivir de las rentas. La que enseña sus escrúpulos y no deja dormir a los que sueñan. La Salamanca del hambre y la miseria, la violencia, el abandono y la incultura. La Salamanca derrotada por el tiempo; la que es mercado de saberes y de encuentros, de sueños urbanizados, de una cultura importada; la que empaña el color de las postales; la vendedora de noches y de piedras; la que calla y otorga. La Salamanca de postín y de fachadas. La del alto soto de grúas. La Salamanca Sociedad Anónima. La de los pueblos fronterizos. La Salamanca de las inmobiliarias. La de los bandos. La de charanga y pandereta, la derruida, la ostentosa, la sucia, la negra.
Aquella otra, la de la copla, era mantenida por cuatro carboneritos de los que entonces llegaban de la sierra con el mineral para ayudar a pobres y estudiantes a vencer el frío La negra, en cambio, se mantiene sola, intacta, ajena a la cultura y al pasado. Lejos de toda pretensión. La Salamanca que impone sus leyes, la que subyuga, la que invita al destierro, la de los medios que consienten, la de los fines ilícitos, la de los pícaros, la de los ciegos, la que censura a quienes la defienden.
Hay ciudades de vivos y de muertos, ciudades con historia y con futuro. Y hay ciudades (adiós, señor alcalde) que aprenderán un día. Ojalá que el 27 sea ese día.

7.5.07

A veces ocurren cosas


Ballobar es un municipio de la comarca del Bajo Cinca en la Provincia de Huesca. Un lugar apacible y lleno de vida donde tractores y libros cultivan, por igual, tierras y habitantes. Allí, junto al río Alcanadre, a veces ocurren cosas.

Todas las semanas un grupo de ballobarinas se reúne para leer y compartir su afición por los libros, hábito que, desde hace más de diez años, forma parte de sus ocupaciones diarias y que llevan a la mesa de sus casas como el pan diario.
Alegría, carnicera del pueblo y según Gonzalo Moure auténtica metáfora de Ballobar, es una lectora comprometida y un derroche de júbilo. Al igual que el resto de madres y abuelas que leen juntas, su deseo es contagiar a jóvenes y niños su entusiasmo y hacer posible un mundo mejor. “Más libros, más libres”, dice Moure.
Si atendemos al significado de la palabra “labrar”, podemos considerar la literatura y la ilustración como aperos típicos del pueblo. Porque labrar es trabajar, hacer, formar algo y hoy, Ballobar, es un referente para muchos otros lugares donde la lectura, relegada al ámbito de lo personal, quiere ser un fenómeno colectivo.
Hace apenas unas semanas concluyeron las III Jornadas Aragonesas de Bibliotecas y Promoción de la Lectura y la Escritura en esta localidad. Bibliotecarios, Escritores, Maestros y lectores de todas partes de España pusieron en común sus cosechas literarias. Dichas jornadas, impulsadas por Carmen Carramiñana y Mercedes Caballud con ayuda de Gonzalo Moure, Mariona Martínez, Samuel Alonso y Antonio Martínez, son prueba del compromiso y el esfuerzo diarios por acercar la literatura a la familia, la escuela y la biblioteca de forma activa y duradera.
Y en este empeño maravilloso colaboran madres e hijos, abuelos y nietos, maestros y alumnos, bibliotecarios y lectores. Cada cual aporta su experiencia de vida, su herencia literaria, su trabajo.
Todo en las jornadas pasa por las manos de la gente: desde las presentaciones en las mesas redondas hasta la intendencia. Un claro ejercicio de entrega y generosidad que emociona a todo el que se acerca hasta allí, una gran fiesta (que no feria) del libro sin ninguna pompa ni oficialidad. Una sueño cumplido y aún por madurar.
Humildad, cercanía, cariño, espontaneidad y voluntad conforman el índice de ese gran libro abierto que es Ballobar y del que acabo de leer y vivir el primero de los capítulos.

5.5.07

Bicicletas para el recuerdo


El Comité de Bici Urbana de Salamanca "Guardabarros", junto con Amigos de la Bici, Ecologistas en Acción, la Univeridad de Salamanca y la Fundación de Iniciativas Locales han elaborado un completo programa de actividades en torno a la bici: cineforum, paseo reivindicativo, visitas culturales, desayunos para los usuarios, fiestas, recorridos en bicicleta por la ciudad y provincia y varias exposiciones.

Yo he tenido el placer de colaborar con ellos, gracias a Almudena, seleccionando los textos que acompañan a las bicicletas expuestas en la Facultad de Geografía e Historia con el título de Bicicletas para el recuerdo, cedidas para la muestra por la Fundación Gómez Planche.


VA SOBRE RUEDAS

"¿Por qué en los días de lluvia cruza una bicicleta
en silencio por nuestro corazón?”

Ángel González


La bicicleta, nadie puede negarlo, es el medio de locomoción que mejor evoca nuestros recuerdos de infancia. Subirse a una bicicleta, después de muchos años sin hacerlo, es subirse a la palabra nostalgia. De repente recordamos mil y una historias, mil y una caídas, el día en que aprendimos a montar sin ayuda de nadie ni accesorios, el día en que aprendimos a pedalear sin manos o el día en que abandonamos, en el pueblo, nuestra bicicleta.
Muchos directores de cine, cantautores, poetas, fotógrafos, artistas plásticos han visto en la bicicleta un auténtica pieza de arte. No vamos a hacer aquí inventario de todas ellas. Basta únicamente teclear en google la palabra “bicicleta” para tomar conciencia de hasta dónde ha sido capaz de llegar con sus pedales este vehículo y de cómo muchos usuarios, como dice Mario Benedetti, decidieron “dejarse media vida en los pedales de la bicicleta”.
Sería interesante que todo artista incluyera en su repertorio la bicicleta. Y sería aún más interesante que las bibliotecas les dedicaran alguna guía bibliográfica o alguna sección.
Queremos que estas bicis con historia y muchos recuerdos, formen parte de vuestras vidas. Que os evoquen vuestras propias historias. Que os animen a compartir vuestros sueños.
En muchos de estos escritores se advierte una admiración personal por la bicicleta, otros incluso se sienten comprometidos con las Asociaciones que defienden su protagonismo en la ciudad. Miguel D’Ors, incluso, llegó a escribir, pedaleando, algún que otro poema.
Julio Cortázar nos recuerda, señalando a Horacio: “Más cosas hay en una bicicleta de las que imagina tu filosofía”. Nosotros hacemos nuestra esta idea para invitaros a imaginar las historias que callan cada una de estas bicicletas: cuántas manos, piernas, miradas, ideales habrán movido la cadena de cada una de estas bicicletas. Una de ellas, diseñada por Schindler, tal vez salvó del holocausto a algún judío. Otra paseó a más de una mujer, sin temor de que sus finísimos vestidos se engancharan en los radios. Otra enseñó a más de una pareja a ver la vida en común. Otra avivó la ilusión en muchos niños de ser auténticos caballeros. Otra tal vez sirvió de utilidad a algún limpiacristales. Y otra enseñó, a más de una mirada, que la imaginación también se asienta sobre una bicicleta.
Bicis curiosas, raras, con historia que alientan nuestra fantasía y nos invitan a pensar en una ciudad de verdad donde todo puede ir sobre ruedas, o donde, tal y como dijo Benedetti en un poema, “los concejales vayan en bicicleta / del otoño al verano y viceversa”.

Estos son algunos de los textos:


APARICIÓN

Los talleres, el lento despertar
de un motor que preludia el desencanto.
Comienza el barrio a hablar.
Sudor y contrabando.
Bajo un lunes de plomo, la ciudad
grita lo que se veden.
Aliento gris, colmillos de cristal;
así vive la gente.
Pero dejemos ya
de traficar con la tristeza;
entre tanta magnolia de alquitrán,
tú en bicicleta.

Ramón Repiso
Colchonería moderna



ODA A LA BICICLETA

Iba
por el camino
crepitante:
el sol se desgranaba
como maíz ardiendo
y era
la tierra
calurosa
un infinito círculo
con cielo arriba
azul, deshabitado.

Pasaron
junto a mí
las bicicletas,
los únicos
insectos
de aquel
minuto
seco del verano,
sigilosas,
veloces,
transparentes:
me parecieron
sólo
movimientos del aire.

Obreros y muchachas
a las fábricas
iban
entregando
los ojos
al verano,
las cabezas al cielo,
sentados
en los
élitros
de las vertiginosas
bicicletas
que silbaban
cruzando
puentes, rosales, zarza
y mediodía.

Pensé en la tarde cuando los muchachos
se laven,
canten, coman, levanten
una copa
de vino
en honor
del amor
y de la vida,
y a la puerta
esperando
la bicicleta
inmóvil
porque
sólo
de movimiento fue su alma
y allí caída
no es
insecto transparente
que recorre
el verano,
sino
esqueleto
frío
que sólo
recupera
un cuerpo errante
con la urgencia
y la luz,
es decir,
con
la
resurrección
de cada día.

Pablo Neruda
Tercer libro de las odas


I

Un ángel checo pasea en bicicleta.
Conduce despreocupado.
Le persiguen dos caballos.
Por unas cuantas monedas
-muchas menos de treinta-
lleva tu carta en la mano,
deja mi amor en tu puerta.

Ángel M. Gómez Espada
Un amor checo



NOS AMAMOS EN UNA BICICLETA


Ayer tú y yo, en un solo beso para la vida,
en el amor que nos conoció a los quince años
y yo pedaleando para un nunca llegar tarde a tu corazón.
Fuimos nosotros los que inventamos el beso en una bicicleta,
la edad de las miradas con un cuaderno en la mano.
Fuimos nosotros, los que sin respirar, nos cansamos de viajar,
y ayer, sólo ayer, las calles dicen: Allí van, son ellos!,
pero fue tan rápido que pedazo a pedazo nos despedimos.
Tú y yo, querida, ahora quizás dónde, dónde volveríamos a rodar,
dónde volveríamos a comandar dos ruedas como a un barco,
dónde volveríamos a conquistar los mundos con un sueño.
Eso no me importa, porque en mi memoria tengo un niño despierto,
llevo a ese revoltoso quinceañero en los dedos del alma,
tengo aún, eso años diminutos como zapatos de liceano.
Entonces, será a las siete, te pasaré a buscar como cochero
subirás en mi caballo veloz con rayos de aluminio,
dispuesta a saltar a la gloria al besar cada calle,
recostándote en cada parada para retomar las fuerzas.
Entonces, será a las siete, cuando llegue a tu casa,
salgas a recibirme como ansiosa de la nueva carrera.
Entonces, son las siete y recuerdo tu mano en la mía,
riendo del pedaleo en mañana y tarde,
cuando nos amamos en una bicicleta sobre la vida,
cuando se me vienen los quince felices años,
ahora que son más, sin bicicletas ni sueños.

Santiago Azar
Canto a la Colorina y otros poemas


DE LO QUE CONTESÇIÓ AL ARCIPRESTE CON LA SSERRANA BICICLETA E DE LAS FIGURAS DELLA


La habría el Arcipreste amado a la bicicleta con gozo nupcial, la habría en cada cuerda acariciado, deseado por vedette piernilarga en el carrousel de aqueste gran fornicio que es la Tierra, profundizado con ciencia de aceite por máquina suntuosa, pedaleado hasta el paroxismo olor a fucsia en la fermosura de la moza.
Montado así en arrebato tan desigual cómo hubiérala nadado con arte esquivo haciendo uno timón y manubrio sin saber por dónde desembarcar, alazana como es la imantación de la seda entre rueda y muslo, cómo por medieval que parezca el gallo y la cresta del mester del gallo, bodas hubiera habido por el suelo de algún Don Arcipreste abrupto que otrora fuera carnal y sacramental, bodas con
extremaunción y alambre, bodas de risa con misa y otras astucias, ¿quién lo manda a desear la costilla de su prójimo, a verdear con cualquier loca por allí, a andar viendo mujer en cada escoba con joroba?, ¿aluminio donde no hay más que exterminio?, ¿quería maja? Bueno, ahí tiene mortaja

Gonzalo Rojas


A UNA CICLISTA

Por la calle se desliza
la pérfida bicicleta. Jorge Guillén

Entre autobuses, entre corazones,
entre los olmos, entre los vallados,
entre almas atónitas, por puentes,
exhalada tu firme bicicleta.
Te sigue el río de la carretera,
tierno su duro arbitrio conmovido,
respondiendo a tu llanta con lamentos:
Te pierdes. No te pierdes. Te persigo.
¡Qué júbilo sin prisa en lo que es llano!
¡Qué salto en los collados repentinos!
¡Qué dejarse caer por las cañadas,
exhalada tras ti, la carretera!
Siguiéndote va, helada, cuando tuerces,
y ¡qué lento suspiro cuando un valle te traga,
qué alto grito cuando una loma justa te devuelve!
Bella ciclista,
tu ave de pedales conduces por un aire de jardines,
de prados, aguardando entre los troncos
a que estalle final la primavera.
El viento en tus oídos te proclama
única emperatriz de los ciclistas.
Te persigue, te pide los cabellos;
tú se los das y te los va peinando.
-«Nadie me espera, nadie me despide;
mis cabellos y el viento, los pedales,
los troncos y los ríos so los puentes;
sin partida o llegada, siempre voy.»
Siempre va, siempre va, aunque suspiren
árboles melancólicos, y lloren
los ojos de los puentes ríos de llanto.
No pesa el corazón de los veloces

José Antonio Muñoz Rojas


CAPERUCITA BLANCA

El vendedor de bicicletas se adentró en el bosque. El otoño también.
Los animales más tímidos saludaban alegres al paso de un furgón desvencijado que dejaba en el aire un sonido metálico. En el barro, unas huellas extrañas de animal mitológico advertían del paso del depredador.
Aquel rugido ronco de motor oxidado y el extraño graznido del claxon alborotaron el color del bosque.
La paz de aquel paisaje –dormida en el colchón de hojas de eucalipto– sacudió su silencio, agitó el plumaje y voló en estampida.
Al fondo del bosque siempre hubo una casa: tejado de pizarra con varias sumas y fracciones aún por resolver, puerta de forja, pared de adobe, ventanas de pavés y chimenea altísima.
En el jardín, en medio de los caracoles, una joven desnuda recogía la ropa de la cuerda curtida por el sol.
Una abuelita escondía la mirada entre las páginas de un cuento mecida en el columpio del jardín.
–Buenos días, señora –dijo el vendedor de bicicletas después de salpicar sobre las flores el café de los charcos, y prosiguió su camino a lomos del vehículo.
–Hoy vamos a ir a visitar al lobo –dijo la joven, ahora vestida.
–Hoy –repitió la abuela.
–¿Qué tal estoy? –preguntó la joven haciendo girar su vestido blanco, lleno de margaritas.
–Muy hermosa –contestó la abuela sin levantar los ojos de aquel libro.
–Hoy es un día grande –gritó la niña.
Minutos después, abuela y niña, cabalgaron en sus bicicletas por el bosque silbando una canción azul.
–La ciudad nos aguarda, hijita.
En la cestita de su bicicleta, la abuela había colocado con extremo cuidado varias docenas de huevos y un ramo de magnolias frescas.
Pronto llegarían a la ciudad, donde los altos hornos de las fábricas dibujaban sobre el cielo extraños árboles de humo.
–Ningún leñador –pensó la niña– sería capaz de abatir de un solo golpe de hacha aquellos duros troncos de las chimeneas.
Abuela y joven dejaron en la plaza sus cansadas bicicletas y pasearon de la mano hasta la iglesia. Una vez allí –era domingo–, la joven caminó vestida de princesa hasta el altar.
–Buenos días, señor Lobo.
–Buenos días –contestó amenazadoramente el señor cura.
–Buenos días –dijeron todos los presentes, incluida una niña pálida con sus siete amigos.
Afuera, en la calle, aguardaba el futuro. Tal vez uno de esos finales con perdices y un cohete saliendo por una de las chimeneas.
Junto a las escaleras de la iglesia, relucientes como insectos de domingo, pastaban en la hierba ocho bonitas bicicletas.

Raúl Vacas
Inédito


Podéis hacernos llegar vuestros textos sobre bicicletas a guardabarros@hotmail.com

1.5.07

Mil palabras?

¿Una imagen vale más que...

La poesía visual nos enseña a mirar las cosas de otro modo, a poner en marcha la imaginación, a unir y desunir las piezas invisibles del puzle de la fantasía. Tal y como hacíamos cuando éramos niños. ¿Quién no veía una espada donde sólo había un palo? ¿Quién no imaginaba una hermosa casita donde sólo había unos cuantos cartones? Siempre que la mirada creativa o narrativa entre en juego, el resultado tendrá mucho de poesía visual. La ambigüedad, el humor, la ironía, la crítica, la belleza, la imaginación, la sorpresa son ingredientes fundamentales para construir con imágenes y con palabras.
Los días 17 y 18 de abril realicé dos Talleres de Poesía Visual en el IES Mateo Hernández de Salamanca. Ambas actividades se completaron con una pequeña muestra de poemas visuales propios (20 piezas) en la Biblioteca del instituto.
Antes de recorrer la exposición, los alumnos debían leer un pequeño folleto en el que decía: "Pasa al interior y mira con atención cada pieza. Bajo la aparente simplicidad puede esconderse un pensamiento. No juzgues los objetos. Trata de buscar sus conexiones, de imaginar la historia que callan o que cuentan y de averiguar si una imagen vale más que mil palabras. Hay muchas interpretaciones posibles. Busca la tuya propia. Coge un folleto y anota, junto al número que corresponde a cada una de las piezas, un título sugerente (hay tres piezas que ya lo llevan). Piénsalo con calma. No escribas cualquier cosa. Trata de esforzarte. Cuando hayas reunido los diecisiete, escribe tu nombre y apellidos y el curso en el que estás, dobla la hoja y déjala en la pequeña urna de plástico.El mejor trabajo recibirá como premio un ejemplar del libro Consumir preferentemente."

Cerca de 90 alumnos realizaron la tarea. La ganadora fue María Benito Pérez, de 2º E.
A continuación podéis ver algunas de las piezas con los títulos que eligió María:



La llama del amor


Todo envejece


La sangre de Cristo


¿Pájaros imbéciles?



Fotosíntesis



Gracias a todos los alumnos por su interés y su participación. Gracias a Joan Brossa, Chema Madoz, Francisco Pino y Antonio Gómez, entre otros, por enseñarnos a mirar.

Y gracias a Conchita; la directora, a Rosa Ramajo y a Amparo Herrera, por su inagotable entusiasmo.